No hay combinación más ecológica para combatir las temperaturas estivales. El botijo, del que podéis leer una auténtica oda aquí, lo pintan como un instrumento perfecto y mucho más respetuoso con el medio ambiente que el agua de botella de plástico -peligrosamente contaminante– enfriada en nevera -cuyo abuso también contamina lo suyo-.
Por lo que se ve, no hay razón alguna en eso de “eres más simple que el mecanismo de un botijo”, ya que lo suyo es una técnica milenaria que se basa en la llamada “refrigeración evaporativa“. Esto es: el barro del que está hecho el botijo es poroso, de forma que, previamente expuesto el botijo al fresco y a la sombra, el airecillo que lo acaricia seca la humedad que transpira del botijo, que vuelve a empezar su proceso una vez seco. Cada gramo de agua evaporada se lleva 500 calorías del agua, manteniéndola a una temperatura constante de unos 15 grados centígrados. ¿No es increíble?
Y para refrescarse por fuera, cambiar la bañera por un plato de ducha es una decisión que el planeta agradecerá, además de tu bolsillo, ya que podrás ahorrar hasta 100 litros de agua en cada ducha. ¡Ea, a refrescarse sin contaminar!