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A parte de esos lejanos recuerdos infantiles de cuando nos bañábamos junto a nuestros hermanos, o con algún amiguito o amiguita, con el tiempo, ducharse y/o bañarse es algo que acostumbramos a hacer solas.

Pero cuando se tiene pareja o amante regular, el bañarse en compañía es algo que no solo nos deja bien limpios de cara al contacto físico sino que lo estimula y le abre una nueva dimensión sensual.
Es algo para lo que al principio se pueden tener reparos, por timidez, por lo nuevo de la experiencia, los propios complejos acerca de nuestra persona y nuestro cuerpo, pero que una vez probado, puede muy bien convertirse en práctica habitual. No te cortes en recorrer el cuerpo de tu pareja, enjabona y déjate enjabonar, y prodígate en esos gestos y caricias que sabes que le gustan.

El baño conjunto es un buen preparativo para el sexo, que puede realizarse en la misma bañera o ducha, o en otro lugar; es gracioso constatar como bañarse en pareja, visto científicamente, debería suponer una ganancia de tiempo pues no hay dos baños sino uno en común. Pero, una vez dentro, la atracción y el sentimiento suelen alargar el proceso y llevarlo por derroteros más íntimos. Visto así, bañarse en pareja también puede servir de antídoto contra la rutina de la ducha rápida y funcional.