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¿Notas tu piel más seca que hace un mes? Ahí va un dato: las circunstancias que garantizan una piel hidratada son una temperatura ambiental de 17° a 20° C y una humedad del cincuenta por ciento, algo que no suele ocurrir por culpa de las excesivas calefacciones. Este hecho, unido al de usar un jabón inadecuado con detergentes demasiado agresivos hace que tu piel pierda su elasticidad en invierno.

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Además, no por tener la mayor parte del cuerpo bajo la ropa, hay que dejar de hidratar la piel al llegar el frío… Es más, agrava el problema de sequedad y tirantez cutánea el hecho de usar prendas de abrigo que no dejan transpirar la piel, muchas veces hechas de lana y otros tejidos que, de por sí, la irritan o hacen que pique. Seguro que has experimentado alguna vez, al quitarte los calcetines por la noche, que pareces perder trocitos de piel. Eso es la descamación propia de una piel que le falta agua. Solución: exfoliación semanal, una buena crema y ¡ojo con la ducha!

La ducha diaria es como un “despertador” que te pone la pila nada más salir de la cama o, en ocasiones, la forma de relajar tu cuerpo antes de dormir. En todos los casos, la interpretamos como un gesto de higiene necesario pero… ¿sabías que la ducha es la que más puede hacer a la hora de proteger o dañar la piel de tu cuerpo?

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El contacto con el agua y el gel de baño puede destruir la capa hidrolipídica que sirve como barrera entre tu piel y el exterior. Como su nombre indica, ésta se compone por agua y grasa, los cuales forman una película prácticamente impermeable que brinda protección contra contaminantes externos, contribuye a conservar la humedad y hace que la piel luzca sana y radiante. Cuando se perturba el equilibrio de la capa hidrolipídica, a través de la piel se evapora más agua de lo normal, y las enzimas rejuvenecedoras pueden volverse inactivas. ¿La consecuencia? La piel se seca y pierde suavidad.

Por todo esto, es básico que tu jabón o gel de baño contenga en su fórmula ingredientes hidratantes que eviten que la piel se reseque preservando su propio potencial hidratante. Escuché una vez a un dermatólogo decir que, para evitar la excesiva sequedad de la piel y, a consecuencia de ello, las estrías o descamación, es importante no abusar de jabones y geles de baño. Es más, este profesional insistía en que sólo se lavaran las zonas donde se pliega la piel. Ya sabemos qué zonas son… digamos que las que lavamos a nuestros bebés. Al resto del cuerpo no le hace falta jabón, a menos que esté manchado, se entiende.

Sin embargo, dado que el mercado pone a nuestro alcance geles lujosos de olores y texturas súper atractivas, es aetecible usarlos por todo el cuerpo. Hazlo. Eso sí, con una condición: que tengan aceites o agentes hidratantes que impidan que la capa hidrolipídica se destruya. Te damos nuestra selección.

Aún así, es necesario, una vez aclares la piel y la seques, restaurar parte de ese equilibrio en tu piel. Para ello, nada mejor que una crema hidratante, que en invierno deberá ser más untuosa de lo normal.