Se acabó, hasta aquí hemos llegado.
Dice mi nieta que ese es el nombre de una serie de televisión en la que se bailaba. A mí también me entran ganas de bailar cuando llega la hora de irme a la ducha.
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Mi cuñada, que es una envidiosa, no se lo creía: «¿pero cómo vas a hacer una ducha en esa miniatura de cuarto de baño que tienes?» Mi baño es muy pequeño, sí.
Los tiempos en que los baños eran blancos han pasado a la historia… manteniéndose éste como el color rey en la decoración del baño, no es menos cierto que el color se va introduciendo cada vez más como una o
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Dicen que «a la vejez, viruelas». Lo que viene a querer decir que llega una edad en la que a uno le da igual todo, se desprende de prejuicios absurdos y empieza a vivir con más libertad.
Para empezar el lunes nada mejor que una magnífica selección de baños, bañeras y platos de ducha, a cargo de la firma Domovari.
Con la edad, se pierde el pelo. Luego los dientes, y otras pequeñas cosas: la tersura de la piel, el pulso firme, la agilidad, el equilibrio. Y si uno no se esfuerza en mantenerse autónomo y capaz, la dignidad.
Faltaría más. Con 82 años, puede que mis piernas ya no me respondan como antes, pero la dignidad la sigo teniendo intacta. No se me malinterprete; la familia sólo pretende ayudar, porque me quieren.
Cuando vivía mi Mariano, estas cosas las decidíamos juntos. Yo le consultaba y, aunque siempre discutiendo, acabábamos llegando a un acuerdo.