
Comentaba hace algún tiempo la BBC que ‘no es raro ver a un sujeto que, teniendo que enfrentar la experiencia, muestre verdadero terror, grite, forcejee y trate de escapar; se sofoque y sufra palpitaciones’, según una descripción del siglo XVIII citada por el investigador Lawrence Wright. ¿Saben a qué tortura se enfrentaban estas personas? Pues a algo tan inofensivo como una ducha. Eso sí, de agua fría.
Hoy en día ya tenemos claro que no hay nada más sano que una ducha para purificar y renovar el ánimo.


