El hallazgo ha sido posible casi 40 años después gracias a técnicas actuales. Se han estudiado muestras verdes y naranjas traídas por varias tripulaciones. Los expertos tendrán que replantearse la teoría sobre el origen del satélite
«Te lo dije, ¡es verde!». Todo el mundo recuerda el «pequeño paso» de Armstrong, pero, desde el punto de vista científico, el momento culminante del programa ‘Apollo’ fue quizás esta exclamación.
Los astronautas David Scott y James Irwin se encontraban frente a un material lunar que, según había quedado de manifiesto tras una pequeña discusión, era de color verde.
Casi 40 años después, y gracias a nuevas técnicas de análisis, los expertos se han topado con otra gran sorpresa al estudiar éstas y otras muestras similares traídas desde nuestro satélite: en su interior hay agua.
El hallazgo, presentado en la revista ‘Nature’, contradice la idea mantenida hasta ahora de que la Luna es un lugar prácticamente desprovisto de agua y otros compuestos volátiles, y podría poner en entredicho algunos aspectos de la actual teoría de la formación del satélite, según la cual éste nació como consecuencia de un choque entre la Tierra y un planetoide del tamaño de Marte.
Las rocas estudiadas son cristales de origen volcánico y de colores verdosos o anaranjados, recogidos por los astronautas de la NASA durante las misiones ‘Apollo 11′ (julio de 1969),’Apollo 15’ (julio de 1971) y ‘Apollo 17’ (diciembre de 1972).
Los nuevos análisis, realizados con un tipo de espectrometría de masas que no existía en los tiempos del ‘Apollo’, han revelado que los cristales guardan en su interior alrededor de 46 partes por millón de agua.
Esta cantidad es demasiado pequeña para el alcance de los instrumentos tradicionales, pero significativa a la hora de replantearse el origen de la Luna, ya que los modelos actuales establecían que todo el hidrógeno -y, por tanto, toda el agua- se habría volatilizado por completo tras la gran colisión que dio lugar al material que formó la Luna, hace unos 4.500 millones de años.
El nuevo análisis sugiere que el agua procede del interior de la Luna y escapó mediante erupciones volcánicas hace unos 3.000 millones de años. La presencia de estas moléculas tiene dos posibles explicaciones, según apuntan los investigadores: o había agua en la Tierra antes de la gran colisión y no se evaporó del todo, de forma que los actuales modelos fallan, o bien llegó hasta la Luna primigenia a través de meteoritos que chocaron con ella.
El descubrimiento sugiere también que aún debería quedar agua enterrada bajo la superficie lunar. «Lo mas seguro es que parte del sólido que forma el interior de la Luna (manto lunar) tiene que tener agua disuelta. Lo que no sabemos es cuál es la distribución (cuán homogénea es la concentración) y, desde luego, cuánto hay de agua en las rocas del manto lunar», según apunta a elmundo.es Alberto Saal, científico de la Universidad de Brown (Rhode Island, EEUU) y principal autor de la investigación.