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Los organizadores de los Juegos Olímpicos han tomado el solemne compromiso de que nadie tendrá que esperar más de 10 minutos para encontrar un baño en Pekín. Los que tienen hijos pequeños saben que 10 minutos pueden ser 9 minutos demasiado tarde, pero tampoco es cuestión de pedir imposibles. Me conformo con los 10 minutos y, reloj en mano, me dispongo a comprobar si estamos ante otra promesa incumplida de los Juegos Verdes que no lo son tanto (la polución mantiene los cielos grises) o los Juegos de la Tolerancia que no lo son nada (China sigue deteniendo a disidentes).
Las autoridades han invertido mucho dinero en construir o renovar 5.300 baños públicos después de admitir que sus servicios no estaban a la altura. Se sobreestiman: en China los baños son tan insufribles que las guías turísticas dedican un apartado especial a alertar a los visitantes de lo que les espera.
Los problemas son muchos. Está la falta de intimidad porque no es raro que los retretes estén en una zona común, sin divisiones, y que éstos no sean más que un agujero en el suelo que obliga a posicionarse en cuclillas, con las dificultades que eso conlleva a los no acostumbrados. Tenemos también el problema de la higiene, que no puedo describir en estas líneas sin que dejen de leerme. Y, por supuesto, ese otro problemilla que Pekín 2008 asegura haber solucionado: la dificultad para encontrar baños, que te obliga a entrar en el McDonald’s silbando como si fueras a comprarte un BigMac para aprovechar un despiste del personal y colarte en los servicios.
Mi taxi me ha dejado a la entrada del parque olímpico y he comenzado a caminar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez y 11 minutos antes de darme con los primeros servicios públicos. Les concedo el minuto porque soy perezoso en el andar y me he distraído con un grupo de cheerleaders chinas.
Pero mi primera buena impresión no tarda en desvanecerse. La cola es de récord olímpico y tengo que esperar no menos de 30 minutos para entrar en la caravana prefabricada en la que han instalado los baños. Supongo que tampoco estos van a ser los Juegos de un Baño cada 10 Minutos. Y, visto que el problema de la higiene persiste, quizá más bien los de Aguanta un Poco Más, Cariño.
Creo que China haría bien en tomarse más en serio esto de los baños porque su estado es un reflejo del desarrollo de un país. Los japoneses eran famosos por el mal estado de sus servicios en los años 60, pero hoy forman el país más desarrollado tecnológicamente del mundo y en Tokio te encuentras con retretes que incluyen ordenador para ajustar la temperatura de la taza e hilo musical. Para China el objetivo, más allá de los Juegos, debe estar en que las guías turísticas dejen de alertar sobre sus baños en la sección de «peligros para el viajero».