Que me duele ya la boca de decirlo. Que no quiero más tener que auparme para entrar en la bañera, que me da miedo resbalarme dentro y darme contra el borde. Y que todas mis amigas, hasta las que están en residencias de ancianos, lo tienen ya. ¡Quiero que me cambien la bañera por un plato de ducha! Y de los antideslizantes, que me he estado informando.
Tú llamas, vienen a tomar medidas en tu cuarto de baño, y otro día vienen y te lo instalan. En una sola jornada de trabajo, y sin hacer obras. Lo tapan todo para que no se estropee, quitan la bañera -y se la llevan a un punto limpio, como debe ser-, cambian las tuberías e instalan el plato de ducha.
Y además, te lo financian. Vamos, que no hay excusa. ¡Que quiero ya mi ducha nueva!