img_0245Yo pensaba que eso de los impedimentos a la hora de entrar en la bañera era cosa de personas mayores. Hasta que el otro día, paseando por la calle, me caí de lleno en un socavón traicionero. Esguince en grado 1. Eso fue antes de volver a caerme dos veces más sobre el mismo esguince en el espacio de dos semanas. Ahora tengo el tobillo del mismo diámetro que la rodilla, y ducharme en la bañera es como pisar un campo de minas.

Así que me dije a mí misma: «nena, problemas cero». Llamé a la empresa más fiable del mercado en esto de cambiar la bañera por un plato de ducha. Hay que andarse con cuidado, anda por ahí un pirata haciéndose pasar por ellos -creo que los «chungos» se llaman «Duchamanía»-, y yo con esto no me la juego, que luego te hacen una chapuza y a ver quién te paga a ti los desperfectos.

En el mismo día me cambiaron la bañera por un plato de ducha, a ras del suelo y antideslizante, para más seguridad. ¡Me ha quedado el baño divino! Y además me ofrecieron cinco años de garantía. Cómo se nota donde hay calidad… Totalmente recomendable.