El «termalismo» ha pasado por diferentes fases; antiguamente era percibido como cosa de personas mayores, y progresivamente se ha ido extendiendo su popularidad entre los jóvenes, debido en parte a las situaciones de estrés que nos impone el ritmo de vida actual.
Hoy en día, la balneoterapia se prescribe a niños -con beneficios visibles en casos de alergias cutáneas y respiratorias-, a jovenes -estrés, enfermedades respiratorias, rehabilitación articular y muscular-, y mayores -mejora del estado óseo, muscular y articular, artrosis y artritis, enfermedades respiratorias, estrés y ansiedad, etc.-.
Los datos: en 1989, una investigación europea desveló que el consumo de medicamentos descendía en un 29% en personas de la tercera edad tratadas en balnearios. En un estudio reciente sobre una muestra de pensionistas españoles, un 75% de ellos reducía considerablemente el tratamiento farmacológico tras la balneoterapia. Ya lo decíamos nosotros: nada como el poder curativo de un baño.
