Hay épocas en la vida en las que estamos especialmente vulnerables y necesitamos un extra de protección. Como expertos en el mundo del baño, en Securibath sabemos que la seguridad no es una necesidad exclusiva de los mayores. Un accidente que nos haga perder agilidad o nos mantenga parcialmente inmovilizados es uno de esos casos que nos mantienen temporalmente incapacitados.

Una etapa de la vida en la que se toma conciencia de la fragilidad que envuelve a la vida, es en el embarazo. Por primera vez, las futuras madres sienten ese instinto de protección del que luego no podrán librarse jamás. Por eso, se extreman las precauciones a la hora de realizar actividades cotidianas como ducharse.

Si para una embarazada, gestos tan inocentes como atarse los zapatos se convierten en todo un desafío –especialmente en los momentos en que la gestación está mas avanzada; “trepar” hasta la bañera para acceder a la ducha no es una actividad precisamente cómoda. Durante el embarazo, el aumento de peso resta agilidad, descompensando el punto de equilibrio del cuerpo y desplazándolo hacia delante. Es más fácil perder el equilibrio y caer; el riesgo de resbalones en la ducha se acrecienta.

Una ducha encastrada en el suelo ahorrará tener que salvar peligrosos escalones, y la instalación de asideros para apoyarse en la ducha, o incluso de un taburete para ducharse cómodamente sentada, pueden facilitar increíblemente la vida de una embarazada. Y de paso ahorrarle el trago de tener que pedir ayuda para ducharse.

Embarazo