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• Deterioro físico. El envejecimiento órganico conlleva una disminución de la psicomotricidad y la resistencia, y la aparición de enfermedades crónicas como la artrosis, la osteoporosis, etc. Asímismo, hay que tener en cuenta el declive sensorial, con la pérdida de visión o de capacidad auditiva, que limitan la relación con el entorno. Por otro lado, el elevado consumo de fármacos para el tratamiento de diversas enfermedades hace necesario su control y la vigilancia de los efectos secundarios.
• Transtornos psíquicos. Los trastornos cognitivos propios de las diferentes demencias y d los accidentes vasculares hacen que las personas se vean progresivamente impedidas para seguir viviendo solas: la pérdida de memoria, la desorientación, las dificultades para el reconocimiento,etc, les sitúan en una situacion de riesgo vital. Los trastornos de la personalidad y las distintas formas de depresión también deben valorarse.
• Causas ambientales. Aún gozando de buena salud, la calidad de vida puede deteriorarse si la vivienda no está adaptada para esta etapa de la vida. La proximidad o lejanía de los familiares, centros de salud, etc, pueden hacer necesaria una decisión para prevenir riesgos.