De este verano no pasa, cambio mi bañera por un plato de ducha. Todos los años, en cuanto empiezan las alertas por sequía y las campañas de concienciación para que ahorremos agua, me planteo hacerlo. Pero al final siempre hay algo que me lo impide.
Ya me he decidido, porque mi hermana ha cambiado su bañera por un plato de ducha en un solo día y sin obras en casa. Increíble, ¿no? Llegan por la mañana, quitan la bañera -y se la llevan ellos mismos a un punto limpio, ¡encima ecológicos!-, acondicionan las tuberías para la ducha, instalan el plato de ducha que elijas (yo ya he escogido un sistema especial antideslizante) y aquí no ha pasado nada.
Según mis cálculos, voy a poder ahorrar unos 150 litros de agua cada vez que me duche en vez de bañarme. En unos meses he amortizado mi nueva ducha. Ahora que lo pienso, no haberlo hecho antes es un atraso…