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¿Cuál es el punto de partida de un buen diseño? ¿Desde dónde se comienza el trabajo necesario para llevar a término una correcta obra; antes incluso de seleccionar materiales, colores, texturas, funciones, etc.?Si se sigue un orden lógico y estructuradamente serio, se comenzará por las personas que van a habitar ese espacio.
Se debe comenzar a conocer sus historias, características, preferencias; el nivel de relacionamiento que existe entre ellos (si son varios), qué cosa es lo que nos están solicitando, y qué es lo que necesitan (dos ideas que pueden no coincidir), y todos aquellos datos que posibiliten un conocimiento hondo de la situación a resolver.¿Y luego? Luego viene una larga búsqueda que, aunque acotada en los tiempos reales, debe ser larga y profunda dentro de la mente del diseñador, dentro de los compartimentos de sus conocimientos (de los académicos y los intuitivos), y experiencias…
Debe tomar los problemas presentados y hallarles una solución, traducida en una o varias palabras.
Estas palabras son las “premisas”: básicamente, atributos que necesita ese espacio para resolver los problemas planteados.
Así surgen los calificativos de “cálido”, “acogedor”, “funcional”, “de vanguardia”, o “tradicional”, que casi todos desean para sus viviendas; y cientos de epítetos adicionales, compatibles o contradictorios, y aplicables según el caso.A esta se le agrega una segunda búsqueda: aquella de la conexión; la traducción, de esas premisas, al mundo de lo físico. Y aquí entran en juego elementos de Sicología, acerca de cómo percibimos los humanos el mundo: qué formas, sensaciones táctiles, figuras y colores nos recuerdan el seno materno, y luego quedan grabadas en nuestro subconsciente como ideas de lo cálido y placentero, por citar un ejemplo.
Asociado a esto está la referencia a los símbolos ancestralmente presentes en el inconsciente colectivo (de nuestra cultura, en este caso); vaya como muestra el significado que le atribuimos a los colores.De aquí que el Diseñador deba tener una buena formación intelectual (agregándose a los antes mencionados otra serie de conocimientos en lo que a Humanidades y Ciencias se refiere), para que su trabajo tenga una sólida base, y su propuesta no se desbarate ante una pregunta inesperada por parte del cliente (hay veces en que una personalidad convincente no alcanza)

He visto por ahí la idea del “concepto”, más que nada desde la Arquitectura, asociada por mí a esta idea de “premisa”. Pero he entendido que el “concepto” es en sí mismo un ideal sublime, misterioso y casi mágico, que, como si fuese un rayo, se descarga figuradamente a la Tierra a través de las manos y el cerebro del Arquitecto.
En lo personal elijo la más prosaica y razonada idea de “premisa”, porque me parece que el ser humano se termina despegando de tanta sublimidad para poner sus pies en el suelo, donde habita, en la búsqueda de lo más concreto y real para resolver ciertos aspectos de su vida.
Por eso es que las premisas sirven a los hombres, quienes son, al fin y al cabo, los destinatarios de la labor íntegra.