AABKA («Adults are becaming kids again»)

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El diseñador Jorge Mañes Rubio, tiene 23 años y trabaja en Milán.

Hace sólo dos años que terminó de estudiar diseño en la Universidad Antonio de Nebrija, también en Madrid. Y no ha perdido el tiempo. Otra institución madrileña, el Instituto Europeo di Design, le sirvió para lograr un posgrado en diseño de mobiliario y para poner un pie como becario en Milán. Con todo, Jorge Mañes asegura que ha sido el contacto con otros diseñadores lo que más le ha hecho pensar. Ese contacto le ha abierto -dice- «la puerta al diseño emocional», el que le interesa. Tras participar en talleres impartidos por los hermanos Campana, El Último Grito o Curro Claret, este joven madrileño vio la luz. Y empezó a pensar. Ese pensamiento comenzó a dar frutos hace unos meses. Giulio Cappellini se fijó en él. Le encargó el prototipo para un baño. Y Mañes lo diseñó con anillas para estirar el cuerpo al tiempo que otros lavaban sus manos o se encerraban a pensar. Como premio, el gurú Capellini le permitió firmar el diseño de las invitaciones para la muestra Flaminia Experience. Este año sigue en Milán. Cappellini lo ha fichado para que piense. Y ya ha empezado a disparar

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Parada obligatoria en cualquier área de servicio. ¿Se imaginan que la urgente visita al cuarto de baño junto a sus acompañantes de un metro diez se convierta en una fiesta? ¿Se imagina lavabos colectivos de varias alturas? ¿Con anillas para colgarse y desentumecer los músculos? ¿Con grifos que impliquen puntería pues son pistolas de agua? ¿A que repetirían?
Éste es todavía un proyecto en busca de editor, aunque tiene varios novios. Se llama AABKA («Adults are becaming kids again», o, lo que es lo mismo, «Los adultos vuelven a ser niños») y su autor (quédense con este nombre) es el madrileño Jorge Mañes.
Se trata de un jovencísimo ingeniero técnico industrial que estudió en la Francisco de Vitoria de Madrid, pero que se considera más un creador. Incluso prefiere que le definan como un pensador que da mil vueltas a sus ideas para que transmitan un mensaje a la vez que mantienen una utilidad. No está encasillado en ningún campo concreto, tiene 24 años y vive y trabaja en Milán desde hace dos, aunque el año que viene se trasladará con todos sus bártulos a Londres, donde ha sido becado por una prestigiosa escuela de diseño.
En Italia lo fichó Capellini para que trabajara junto a él y acaba de crear su propio estudio, que él llama Plataforma de Diseño (Seethisway), desde la que da a conocer sus trabajos y sus locuras. A todo lo que concibe quiere darle salida y que cada creación le permita colaborar con gente distinta sin límite de temas. Desde el diseño gráfico hasta la fotografía o el mobiliario, todos los campos son aptos para pasar por su lápiz. En fin: otro que, como Jaime Hayón, Patricia Urquiola, El Último Grito y algunos más buscan caminos fuera de España aunque, desde luego, todos han encontrado su oportunidad.
La presentación de Jorge Mañes en la sociedad española se produjo en Casa Pasarela este invierno, en el espacio Huellas, destinado a los jóvenes diseñadores con un polémico colgador-escultura, «Dear Hunter», un ácido trofeo de caza donde lo que se exhibe en este caso son dos rifles al modo de «el cazador cazado».
No olvide el mensaje
AABKA, el que nos ocupa, es un proyecto encargado por la firma de cerámica Flaminia, que estudia en la actualidad las posibilidades de llevar a cabo su producción. Está pensado como un nuevo concepto de servicios públicos para lugares de tránsito (aeropuertos, estaciones, áreas de servicios…) donde la gente llega cargada de cansancio, tensión, aburrimiento, sueño. Lo proyectó junto a Bhurich Sukumalchan, entonces compañero suyo de la Escuela de Milán y se inspira en el niño que todos llevamos dentro. Mañes lo describe como un espacio que pretende adaptarse a las personas y no al revés.
La luz entra por una gran claraboya de la que cuelgan anillas que permiten hacer ejercicios de estiramientos, lo que se agradece tras varias horas viajando sentado. Los espejos ligeramente abombados juegan con el reflejo de la propia silueta. El lavabo «Billy the Kid» pueden utilizarlo tanto niños como adultos y sus grifos, en forma de pistola de agua, invitan a ser utilizados, pues hay que tener en cuenta que según las estadísticas, el 44% de los niños y 33% de los adultos no se lavan las manos en los baños públicos. Por otro lado, la frase «¿qué pasaría si todas las pistolas del mundo sólo dispararan agua?», serigrafiada en cada lavabo, hace un guiño a la posibilidad de un mundo sin armas. Mientras, sobre los urinarios (maravillosa palabra) «The Eye», en forma de ojo, unas frases escritas con diferente orientación obligan al usuario a mover el cuello varias veces para poder leerlas, una pequeña trampa fisioterapéutica que permite destensar y desestresar. Hagan la prueba.