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¿Es normal tirarse casi dos meses para arreglar un puñetero baño? y digo «arreglar» que no construir…
¡Madre del amor hermoso!
Os juro que tienen a toda la comunidad hasta los «güevos»…
¡Coño! si es que no hay un día de paz en el edificio, no descansan ni los domingos los jodidos. Claro, como no pagan obreros (dice ella muy chula que su marido es un manitas), pues que queréis que os diga…más bien parece un manazas por los mazazos que pega el tío.
¡Y que mazazos! no veáis como retumban, que en mi casa las lámparas ya no se sabe si van o vienen… Y ni mencionar la mierda que baja por la escalera, que el portal parece el desierto del Sahara de tanta arena, si hasta la limpiadora se niega a venir…
El otro día le dijo al Presidente de la comunidad que mientras siguiera la «obra el portal lo limpiara su tía» (la tía de los del cuarto, claro).
Así que ya os podéis imaginar como esta el patio, nunca mejor dicho, el caso es que nos quejamos y nos quejamos unos con otros, pero a ellos directamente nadie se atreve a decirles nada…¡que no veáis encima la cara de mala leche que tiene el tío!.
Hoy, por cierto, ha sido especialmente horrible, supongo que el «manitas» no tenía curro fuera y ¡ala! ¡a darle caña al baño! y encima con música, como os lo cuento, la música a «todo trapo», para poder escucharla con los mazazos me imagino…
Y no veáis que música…que estoy de «paquito el chocolatero» hasta los mismísimos.
Os juro que entre estos del cuarto con su «obra interminable» y los de arriba (eso es otra historia que os contaré algún día), me van a sacar de quicio…
¡Que razón tiene mi hijo!…