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Más de 7 millones de españoles han cumplido ya los 65 años. Muchos de ellos mantienen buenas condiciones físicas, cierta capacidad adquisitiva y ganas y tiempo para disfrutar la vida. Cada día demandan y se les ofrecen nuevos servicios y productos adecuados para ese segmento de la población que sigue creciendo. Una población, por cierto, heterogénea. No tiene las mismas necesidades una persona de 65 años que otra de ochenta.
Como tampoco necesita la misma atención un jubilado que convive con su familia que otro que, voluntaria o involuntariamente, está solo. Lo cierto es que los miembros de la llamada «tercera edad» se han convertido en clientes a los que se dirige todo un mercado de servicios tanto público como privado.